La semana pasada terminaba mis clases en el Campus de Ponferrada, en mi cuarto año ya como profesor de esa iniciativa maravillosa llamada Universidad de la Experiencia

En esta ocasión la aventura se ha extendido desde el mes de febrero hasta mayo y he tenido oportunidad de desarrollar un montón de asuntos: Y por primera vez desde que trabajo en este proyecto he podido incluir demostraciones «en vivo» de los conceptos que vamos tratando ¡¡con instrumentos!! Todo ello gracias a la tecnología: teclados midi de apenas dos palmos o tres que entran en una mochila, un ordenador y unos altavoces bluetooth obran maravillas. Sumado esto al hecho de que, casualidades de la vida, mi buen amigo y excelente pianista Alfonso Mantecón, director del coro de la universidad, se ha venido a algunas clases antes de los ensayos del coro también con su piano, aportándonos un plus de musicalidad que es de apreciar y agradecer. Cosas así, como enseñar de primera mano con los instrumentos lo que se explica, ayudan a incentivar la curiosidad del alumnado y aclarar conceptos en torno al hecho de la creación musical y de la improvisación. Es sin duda una de mis modalidades favoritas a lo hora de impartir clase que espero poder ir mejorando (sobre todo el aspecto técnico) en posteriores ediciones.
Pero por increíble que parezca no ha sido hasta la última clase cuando ha llegado el momento de llevar mi guitarra y el amplificador para compartir curiosidades sobre mi manera de abordar el instrumento, la práctica y también mi setup de directo con todos lo que quedaban aún, ya sabéis que «prima non datur, et ultima dispensatur» (la primera no se da y la última se dispensa).
Puedes hacer click en el reproductor para «colarte» en nuestra última sesión de este año. El audio fue grabado por una alumna desde su teléfono móvil.
Una de las muchas reflexiones que me llevo de estos meses tanto en la universidad como en mi propio centro, es la de que realmente otra manera de mostrar la música es posible y necesaria, más que nunca. Empoderar al alumno es o debiera ser la ley, generar criterio para que lo te comas lo hagas a sabiendas, algo muy lejos de la realidad actual de esta comarca, más acostumbrada a la figura del «maestro», tuerto en el reino de los ciegos que no es capaz de salir de su comarca ni con su música ni con sus enseñanzas porque en el mundo real (fuera del Manzanal) lo que él predica no se lo cree ni su boca, (mother foca).
¿Te imaginas que fuera posible una escuela municipal de música así, con pedagogía del siglo XXI, enseñando música moderna (sin excluir ninguna otra) y sacando camadas de chavales y no tan chavales hechos unos cracks, capaces y bien felices? Eso sí que sería una revolución cultural para la ciudad, fuente de empleo y mil cosas más. Gente preparada enseñando a precio de risa, al alcance de todos los bolsillos, todo ello retroalimentándose año tras año. Nada de chorradas ni bufones.
¿Te imaginas además que esa concesión de escuela municipal no fuera a dedo y siguiera unos criterios justos basados en curriculum, titulación y méritos? ¡Cómo cambiaría todo! Desgraciadamente si tuviera que apostar visto lo visto por estos lares, apostaría a que nunca sucederá de esta manera. Somos más amigos de mediocridades y cualquiera nos vende una moto en cuestión cultural: mucha sinergia, muchos valores, muchos espacios comunes y términos vacíos por el estilo que calientan orejas de políticos de medio pelo, además a precio de saldo.
Cuando tienes la suerte (que te has buscado) de poder moverte un poco fuera de tu pueblo, descubres que estos otros modelos de enseñanza ya empiezan a estar implantados en muchos lugares, algunos con la mitad de población que esta villa del Sil. Será cuestión de tiempo, te dices, pero mirando cómo la gente vende cultura, conciertos y proyectos por aquí, aparte de morirte de risa cuando lees las biografías promocionales de algunos, te das cuenta de que hablamos de demasiado tiempo como para ni tan siquiera querer intentarlo. Sobre todo cuando existen guías oficiales por ejemplo y ya que estamos con este tema, sobre cómo montar, adjudicar y regir una escuela municipal de música para concejales de cultura que seguro ninguno de ellos ha leído en los últimos veinte años. Eso sí, puesto que hoy, día de elecciones municipales, habrá nuevos inquilinos en el ayuntamiento, sacad una hoja y divertíos como yo, observando cómo se removerá el «sector» en los próximos tiempos y muchos de estos traficantes de cultura se acercarán al consistorio vendiendo sus remedios: entren en juego los tuertos, salvadores de la «escena local», gestores culturales y demás visionarios de lo artístico. Al ataque, mis apestosos miserables, la carrera por un trocito del pastel comienza en 3, 2, 1…
Mientras tanto, los que somos reales, continuaremos trabajando con humildad en mejorar, en grabar, componer, tocar, dar clase a un buen nivel, y emprender nuestros proyectos mejores en otros lugares; porque habría que estar loco para querer rebajarse a pelear al lodazal del que son dueños estos tipejos, teniendo para elegir mil otras plazas donde poder aportar. Buen provecho tengan.
Y por favor, a todos vosotros, salvadores, cuando comience alguna conversación de esas en las que se tratan cosas serias, con criterio, o en aquellas situaciones donde haya que demostrar lo que realmente sabéis, o lo que valéis tocando y enseñando, no huyáis tan deprisa con el rabo entre las piernas, quedaos un rato, superad vuestro ataque de pánico y quizá la cura de humildad os muestre algo de verdad. No os entretengo más, corred a salvar la cultura, que os necesita, abanderados de «lo que la gente quiere».
Al resto, a ti, te emplazo a alguno de los cursos de verano donde estaré participando, éste que organizamos este año por primera vez, en Los Ancares Lucenses: «El Jazz va a la montaña» y, cómo no, una de mis citas favoritas del año, el «Curso de Improvisación de la Semana del Jazz de Candás» (Asturias) donde ya llevo cinco ediciones formando parte del increíble elenco de profesores.
Sin olvidarnos de la IV Edición de Km. 251 Ponferrada es Jazz en la que llevamos unos meses trabajando y que viene cargada de cositas buenas. Allá nos vemos.
Peace,
Gio.